MINISTRILES HISPALENSIS

Musicae profanae

Música profana renacentista


MUSICA PROFANAE

Es un programa basado en música profana europea a caballo entre el renacimiento y el primer barroco.  Encontramos música de los recopila-torios mas interesantes para conjunto de instrumentos, Ludi Musici (S. Scheidt), Banchetto Musicale (J.H. Schein), libros de danzas con pavanas, gallardas, bransles de los compositores más afamados en el arte del baile y la danza (Arbeau, Holborne, Attaignant). Programa rico y variado en colores con pinceladas francesas, italianas, inglesas, alemanas y españolas.

 




PROGRAMA

The Queens Funeral March    

H. Purcell (1659-1695)

Galliard Battaglia                               

Samuel Scheidt (1587-1654)

Pavana Belle qui tiens ma vie            

Thoinot Arbeau (1519-1595)

Canzon Bergamasca              

Samuel Scheidt (1587-1654)

The Teares of the Muses                    

Antony Holborne (c. 1545 -1602)

Galliard                                              

Antony Holborne (c. 1545 -1602)

Contrapunto bestiale alla mente         

Adriano Banchieri (1568-1634)

Danza de las hachas              

A. Martín y Coll (? - 1734)

Muy linda                                           

Antony Holborne (c. 1545 -1602)

Mens innovata                        

Antony Holborne (c. 1545 -1602)

Banchetto Musicale Suite I     

Johann Hermann Schein (1586 -1630)

Tourdion                                            

Anónimo publicado por Pierre Attaignant en 1530

 


FORMACIÓN

Arnau Rodón / corneto y dirección

Ramón Peña / sacabuche

Francisco Blay / sacabuche

Carmelo Sosa / sacabuche alto

Bárbara Sela / bajón

Álvaro Garrido / percusión

 


CRÍTICAS

EL CORREO DE ANDALUCÍA / JUAN JOSÉ ROLDÁN / Ministriles Hispalensis abrieron la Muestra de Música Antigua de la Universidad que alcanza con ésta su novena edición. Una vez más se encargarán también de abrir el Femás, este año inmediatamente después del MAUS, con una serie de conciertos en mercados de la capital en los que presentarán un programa de estética similar al ofrecido en el Vestíbulo del Rectorado, lugar escogido al parecer ante la negativa eclesiástica para celebrarlo como en años anteriores en la Iglesia de la Anunciación o la Capilla de la Universidad, algo inexplicable si tenemos en cuenta que pertenecen al mismo CICUS que patrocina la propuesta y que el programa, aún tratándose de música exclusivamente profana o secular, está integrado por compositores en su mayoría ligados a la Iglesia como maestros de capilla o sacerdotes. De cualquier manera ganamos en acústica.

Dirigidos por un entusiasta Arnau Rodón, el conjunto de sacabuches y cornetos ofrecieron un nutrido muestrario de música concebida en la frontera entre el Renacimiento y el Barroco para amenizar banquetes y reuniones sociales, recorriendo los focos culturales más influyentes de la época aunque manteniendo una estética más cercana a la inglesa que al resto de los países convocados. La Música para el funeral de la Reina Mary de Purcell que Kubrick inmortalizó en La naranja mecánica fue servida con la sobriedad que merece, evocando el ambiente lúgubre y ceremonial del evento. Merced a la admiración de Rodón, Antony Holborne, músico de la corte de Isabel I y contemporáneo de John Dowland, ocupó gran parte de la velada con piezas tan exquisitas como Las lágrimas de las musas, que el conjunto deslizó con encomiable fortuna. Una elegante pavana de Thoinot Arbeau y un Tourdion impecablemente entonado por Manuel Pascal representaron a Francia, mientras al nuestro lo hizo la Danza de las hachas de Martín y Coll. Lo más sorprendente llegó de la mano del italiano Adriano Banchieri y su Contrapunto bestiale alla mente, donde voces e instrumentos acabaron generando divertidos sonidos onomatopéyicos, con la siempre sutil y creativa percusión de Álvaro Garrido como acompañamiento.

ABC / CARLOS TARÍN / Alcanza su novena edición la Muestra de Música Antigua de la Universidad de Sevilla, que como siempre estará integrada por tres conciertos que tendrán como denominador común la música profana del renacimiento y que, en el programa que nos ocupa al menos, alcanzará el primer barroco con el “Banquete musical” de Schein que da título a este programa, y de la que escuchamos aquí la primera de las 20 suites que componen el cuaderno. Pero el banquete fue casi al final: habían comenzado umbríos con la marcha para el funeral de la reina Mary, de Purcell. Y ya desde ese inicio tan serio nos mostraban una formación muy consolidada de vientos, en los que dominaban los sacabuches (antecesor del moderno trombón) y luego las cornetas (en italiano “cornetto”), que aún siendo de madera su boquilla les acerca a los metales. También contaron con ese otro instrumento versátil como el bajón (antecesor del fagot), tan triste como jocoso, aunque aquí predominara lo primero, marcando la solemnidad o el ritmo de danza con la percusión. La conjunción y el empaste admirables auguraban la excelencia que presidiría todo el recital. Para quienes los conocemos, sabemos que la variedad y el humor reinan en sus programas, así que inmediatamente pasaron a una batalla (gallarda) seguida de una pavana (generalmente es al revés), ésta era una versión instrumental de la hermosa canción “Belle qui tiens ma vie”, recogida por Arbeau. Así que saltaron de Inglaterra a Alemania y luego a Francia en tres momentos, alcanzando más tarde Italia, a las que nos llevarían de la mano del “Contrapunto bestiale” de Banchieri, en la que tres voces sobre un canto firme cantan imitando animales. La obra es tan divertida que figura con cierta frecuencia en el repertorio de los coros renacentistas y serviría de propina a los Ministriles. Por último reseñamos la presencia española con la “Danza de las hachas” del franciscano Martín y Coll, inspiradora de Gaspar Sanz y en el siglo XX de la “Fantasía para un gentilhombre” de Rodrigo. Todo un festín en el marco improvisado y muy apropiado de la entrada del Rectorado: y todavía nos queda una Muestra llena de Vandalia y Vida bona…

DIARIO DE SEVILLA / JUAN RAMÓN LARA / No engañaron los bellísimos y fúnebres acordes de Purcell que inauguraron la MAUS al clero sevillano, que con buen criterio impidió que el vitalista concierto diseñado por los Ministriles, preñado de sensuales sonoridades, endemoniadas improvisaciones y, lo peor, de danzas, fuera programado en sagrado. Expulsados los pecaminosos juglares del templo de la religión a su antagonista, el templo de la sabiduría -el rectorado de la Universidad-, allí se acogieron a una excelente acústica, en el punto de equilibrio exacto que permite a los instrumentos decir las notas con nitidez al tiempo que el conjunto se empasta gracias a la justa reverberación.

El resultado de ese entorno, de la selección de un programa tan bonito como poco musicológico -obras simplemente muy bellas, apenas ligadas por haber sido compuestas en torno a 1600- y de la actitud comunicativa, didáctica y optimista de músicos y público fue un concierto enormemente disfrutable, de humores oscilantes entre la profundidad y la predominante alegría de vivir, en el que no faltaron sonoridades singulares, como la combinación de flautas y trombón -recomendada por Praetorius doscientos años antes de su descubrimiento por Berlioz-. Destacó el empaste y la buena afinación del conjunto, fruto de los años de experiencia y trabajo en común, aunque el sonido de Manuel Pascual, más potente, ácido y articulado que el del resto, pareciese a veces flotar por encima de la masa suavemente ligada del grupo, y aunque las siempre traicioneras cornetas desenfocaran su emisión en alguna agilidad: en música lo que importa es comunicar, y lo hicieron. Mucho.


 

 

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