ARTEFACTUM

EN EL SCRIPTORIUM

Cantigas de Alfonso X El Sabio

 

Quen bona dona querra. CSM 160    

Virgen Santa María. CSM 47

Non ê gran cousa. CSM 26

Quen quer que na Virgen fia. CSM 167

Tantas en Santa María. CSM 173

De Santa María sinal. CSM 123

Muit´é mayor. CSM 125

A madre de Jesucristo. CSM 172

Con razon é d´averen gran pavor. CSM 144 

Gran dereit´é. CSM 34

De muitas guisas. CSM 58 

 

NOTAS AL PROGRAMA

Cuando los amanuenses del rey Alfonso X terminaron el libro de las Cantigas de Santa María, ninguno podía imaginar que ochocientos años más tarde se convertiría en objeto de culto por músicos y filólogos. Éste es el códice donde Artefactum ha encontrado inspiración para el presente programa. Así, el grupo recrea, como si de una de las miniaturas del libro se tratara, pequeños, a la vez que interesantísimos momentos de aquella época en la que convivían tres de las culturas más influyentes en la historia de España.


Con toda probabilidad, el creciente movimiento trovadoresco, que en torno a la región del sur de Francia llamada Provenza, se desarrolla allá por el siglo XIII, es el germen poético y musical del contenido de los códices que albergan las Cantigas de Sta. María, recopiladas por el Rey Alfonso X "El Sabio" y, compuestas por él, al menos un gran número de ellas.

Por un lado, y dentro de un plano meramente musical, encontramos un gran reflejo de las canciones de trovador, tanto en el aspecto formal  y estilístico, como en el melódico, basado en los modos griegos que más tarde evolucionaron a los medievales, amén de una ausencia intencionada de cualquier atisbo de polifonía, que en esta época comenzaba a dejarse ver entre los muros de la catedral de Notre Dame o S. Marcial de Limoges, también en tierras francesas.


En el aspecto literario, la primera evidencia del parentesco con la poesía trovadoresca nos la transmite el propio Alfonso X en el prólogo y primera cantiga del libro, en el que el Rey Sabio presenta todos sus territorios y nos desvela su deseo de "trobar" a la Virgen María, a quien dedica su libro. Es esta la más fehaciente prueba de la conversión del amor cortés que muestran los textos de otros trovadores como Rambout de Vaqueiras, Gerard de Riquer, Guirault de Bornell... en el amor mariano profesado por el Rey Alfonso a la virgen en estas composiciones.

Sin duda alguna, el libro de las cantigas e Sta. María es el más grande y representativo testimonio literario-musical de la monodia cristiana que se desarrollo en nuestro país durante el período medieval. Estas más de cuatrocientas piezas en honor a la virgen se hallan custodiadas en varios códices que, además de constituir un documento de extremada validez para la reproducción y conservación de la música medieval, han supuesto un rico tesoro en cuanto a la recuperación de los instrumentos de aquella época, muchos de los cuales aparecen dibujados en las miniaturas que adornan las narraciones de las cantigas.

Temáticamente, hay que diferenciar entre cantigas de "loor" ( aquellas que alaban a la virgen sin tener por ello que albergar un contenido narrativo ) y cantigas de "miragre", las cuales cuentan milagros en los que la intervención de la divina señora es siempre fundamental. Es norma general que una de cada diez cantigas de miragre vaya seguida de una cantiga de loor, aunque ello no exime a las de miragre de alabanzas a la señora. Reseñar que aunque no era la lengua oficial de sus reinos, el Rey elige el galaico-portugués para contar sus narraciones, por sus connotaciones poéticas, en detrimento del castellano antiguo.

Con En el scriptorium, Artefactum logra transportarnos casi físicamente al lado del Rey Alfon-so, rodeado de sabios de distinta condición, y nos hace partícipes en la elaboración de esta magnífica obra. 

 

 

 

 

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